lítico
puertorriqueño
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Por
Luis Morales Padilla
prcs1@hotmail.com
Director
Puerto
Rico por Dentro
Cada
día somos más las personas que vamos tomando
conciencia de la complejidad del momento histórico
que nos a tocado vivir. La imposibilidad de ocultar la
incertidumbre ha provocado diversas clasificaciones.
Algunos hablan de crisis de civilización, otros de
corrupción, violencia doméstica, medio ambiente,
conflictos económicos, políticos, etc.
Pero, aún desde los grandes poderes económicos
mundiales como el llamado Grupo de los 7, se reconoce
la emergencia por las contracciones y muestras de
recesión dentro del modelo neoliberal que promueve el
desarrollo del capitalismo en el siglo XXI.
Estas
contracciones podemos resumirlas en dos órdenes:
·
Por
una lado, la problemática derivada de la falta de una
base material que permita a las sociedades unas políticas
de incluyan justicia social y redistribución de la
riqueza, y por
el otro, los límites que plantea la ignorancia acerca
de la diversidad de sistemas y diferencias culturales, lo que imposibilita al
capitalismo la comprensión de otros caminos de cambio
cultural, político y económico.
·
De
otra parte, tenemos la problemática ambiental que
puede ser analizada mediante un abanico de información
que va desde la escala nacional (como el impacto en el
ambiente natural y cultural la cual ya hemos visto sus
consecuencias con el pasado gobierno) hasta la escala
mundial (como los problemas vinculados a la desaparición
del ozono atmosférico o al calentamiento global, que
exceden completamente las fronteras nacionales).
En
Seattle fue sentenciado claramente que la
globalización es dañina para el medio ambiente, lo
que terminó siendo reconocido por la Organización de
Naciones Unidas en Malmoe (Suecia).
Resultando este hecho la primera vez en la
historia que se daba un respaldo oficial a una idea
que causó muchas de las protestas de la sociedad
civil y las ONG durante en la Cumbre de la Organización
Mundial del Comercio celebrada en Seattle (EEUU) en
diciembre de 1999.
Debemos
tener claro que hay factores como la deuda
externa, los hábitos consumistas, la pobreza, el
descenso de las ayudas al desarrollo y la distribución
desigual de las inversiones, que se identifican como
contribuyentes al deterioro continuo y agresivo del
medio ambiente. Sin embargo, la globalización económica
no figura entre los retos que el Programa de Medio
Ambiente de Naciones Unidas (PNUMA) se plantea para el
siglo XXI.
Hace
aproximadamente nueve años atrás que se daba la voz
de alarma en Río de Janeiro.
Allí se vieron numerosos obstáculos a la
sostenibilidad y la necesidad de integrar los
objetivos ambientales y económicos. Los líderes
mundiales ratificaron un plan de acción global
conocido como Programa 21, una planificación
detallada y valiosa del desarrollo sostenible. Desde
1992 la comunidad internacional ha incumplido muchos
de aquellos compromisos y apenas se ha avanzado en
frenar la tendencia destructiva hacia nuestro medio
ambiente.
Por
tal razón, en todos los niveles de análisis son
relevantes los aspectos ideológicos, esenciales en
tanto los problemas y las necesidades se definen según
intereses, ya sea de clase, sectoriales, corporativos,
nacionales o simplemente grupales.
Las
construcciones simbólicas que nuestra sociedad ha
estructurado para dar cuenta de las constricciones
mencionadas arriba poseen una alta visibilidad cuando
centramos nuestro análisis en el auge que ha tenido
el la causa de la protección del medio ambiente.
Este fenómeno se pone de manifiesto al
incorporarse una ideología "verde" a planos
muy diferentes y variados, como por ejemplo: la gestión
económica y empresarial, la problemática del empleo,
la acción política, la esfera del consumo y la gestión
educativa, la
gestión de la salud colectiva, e inclusive en
planteos de cambios estructurales de las economías.
En
los países centrales, diversos acontecimientos históricos
de repercusión mundial marcaron hitos en la historia
del movimiento ambiental. Desde la Conferencia de
Estocolmo de 1972, hasta el horror de Chernobyl, los
grandes intereses transnacionales han tratado usurpar
el derecho de los recursos naturales a las etnias autóctonas
(especialmente en los bosques tropicales), etc.,
pueden mencionarse como procesos y hechos que
repercutieron en los medios de comunicación
norteamericanos y europeos.
Esta
repercusión favoreció un rápido desarrollo del
movimiento ecologista a nivel mundial, con una
pluralidad y heterogeneidad de escenarios y luchas. Se
fueron construyendo paradigmas lingüísticos que
predominaron según el atípico desenvolvimiento de
los planteamientos y las concepciones hegemónicas del
movimiento.
Para
comprender las bases de la crisis ambiental contemporánea,
sin precedentes en el ritmo de destrucción de
recursos y sin antecedentes en su escala, ya que no
queda ningún rincón del planeta sin contaminantes
producidos por la civilización industrial, es
necesario entender la agudización del proceso de
capitalización de la naturaleza.
Es el marco a partir del cual se construye el
Ambientalismo I.
El reconocimiento de la crisis ambiental a
escala planetaria está
sirviendo como factor de reestructuración política
y económica al sistema de libre mercado en su
totalidad. Ahora, argumentando tener en sus manos la
salvación del planeta, el capitalismo ha construido
un nuevo concepto para autolegitimarse: el uso
racional y sostenible de la naturaleza.
Esta
idea aparece como respuesta en el seno del
Neoliberalismo
como:
·
El
ostensible problema de oferta que acarrea la disminución
de los recursos naturales y
la degradación de los servicios ambientales
que se requieren para sustentar la producción
de bienes de consumo.
·
La
resistencia por parte de comunidades y de sociedades
enteras a la degradación ecológica y cultural
provocada por la expansión del capital.
Según
todo lo antes mencionado, la globalización, plantea
retos enormes a países que, como el nuestro, se
encuentran alejados de los principales lugares de
decisión de la economía mundial. Por ello
necesitamos empezar por plantearnos interrogantes
propias. Como
por ejemplo: ¿Cuáles son los
puntos de contacto entre el fenómeno de la
globalización y la creciente preocupación mundial
por el ambiente? ¿Qué impactos producen, o producirán
en breve, estos hechos sobre el país? ¿Qué podemos
hacer para enfrentarnos a ellos?.
Estás
son sólo alguna de las tantas preguntas que podemos
formularnos, pero esta lucha de sobre vivencia es de
todos. Juntos
defenderemos lo nuestro. Salvemos el ambiente.
¡Hasta
la victoria, siempre! |