Por
Luis Morales Padilla
prcs1@starmedia.com
Director
Puerto
Rico por Dentro
Cada día que pasa la
polarización de las luchas reivindicativas en Bolivia
contra el neoliberalismo y las transnacionales se
acentúa. Tras tres semanas de intensas huelgas,
protestas y bloqueos de calles y caminos a los largo y
ancho del altiplano boliviano las batallas populares
marcan la radicalización de la rebelión.
El sentimiento de rechazo contra el proyecto de
venta de gas natural a Estados Unidos y México a través
de un puerto de Chile a sido hasta ahora la demanda
que ha unido a los campesinos, obreros, cocaleros,
carniceros, camioneros y maestros entre tantos otros
que se oponen a un sistema político y económico que
va camino al colapso.
Además, se profundiza la exigencia realizada por Jaime Solares,
líder de la Central Obrera Boliviana (COB), que
demanda la dimisión del gobierno burgués de Sánchez
de Lozada. La
presión popular continua en aumento cercando a la
cede de gobierno y convirtiendo al millonario
presidente, del país más pobre de Sudamérica, en un
prisionero de la cede gobierno.
Pero Sánchez de Lozada, solo se mantiene en pie con el apoyo del
Ejército y de la Embajada de Estados Unidos,
minimizando las protestas y burlándose con mandar a
la cárcel a sus opositores, quienes cada vez son más.
En su inmensa mayoría, y demostrado está,
el pueblo boliviano rechaza la realización del
proyecto que entregaría su último recurso minero a
los pulpos transnacionales. Es decir, los enemigos
declarados de los trabajadores y los campesinos pobres
de Bolivia.
"A
treinta y seis años de la caída del Che en las
selvas bolivianas una de sus citas históricas:
“Hasta la victoria, siempre”, retumba por
toda Bolivia.
El pueblo boliviano se dirige hacia su
encuentro con la historia, la libertad y la
victoria"
Luis
Morales Padilla, Puerto Rico
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El país prácticamente se encuentra paralizado por el bloqueo de
los caminos llevados a cabo por los campesinos e indígenas
en las zonas rurales, fundamentalmente en el Altiplano
boliviano y ya comienzan a dar síntomas de
desabastecimientos los principales mercados de la nación.
Todo ello, a pesar de la represión del aparato
gubernamental que ha dejado un saldo de veintinueve
muertos y centenares de detenidos y heridos por los
enfrentamientos con los campesinos.
De igual forma, el gobierno del millonario “Goni” realiza una
campaña de manipulaciones
y mentiras constantes a través de los medios de
comunicación que responden al gobierno y a los
grandes empresarios para minimizar el alcance de la
huelga y desprestigiar a la misma, y de la represión
patronal que amenaza
con despidos.
Toda la situación entra en una fase decisiva.
Hasta el momento, la lucha de los trabajadores
y campesinos no ha sido capaz de alcanzar una fuerza y
una extensión determinante como para desafiar el
poder de las transnacionales y el gobierno títere de
“Goni” respaldado por Washington. Pero la cosa comienza a tomar un nuevo giro.
El vicepresidente de la República, Carlos
Mesa, rompió con el presidente Gonzalo Sánchez de
Lozada, en protesta por la feroz masacre inferida al
pueblo de El Alto.
En conferencia de prensa, el vicepresidente dijo no estar de
acuerdo con la forma en que el Presidente manejado el
conflicto social y aseguró que se mantendría en su
puesto para viabilizar una reunión de Congreso, que
evalué la crítica situación que vive Bolivia y
busque una salida pacífica.
La ruptura en la cúpula gobernante se hacía más evidente, tras
la decisión de Mesa. Según partes de prensa de
agencias independientes, dirigentes medios y de base
del neoliberal Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) del ex presidente Jaime Paz Zamora y de la
derechista Nueva Fuerza Revolucionaria (NFR) del ex
capitán Manfred Reyes Villa, estaban presionando a
sus jefes para abandonar la coalición gobernante.
'Es
mucha sangre la que se ha derramado', señalaron
varios dirigentes a los medios, temerosos de que sean
sepultados por la ola de repudio y odio popular, que
se ha desatado tras conocerse la magnitud de la
masacre, que ya excede los 29 muertos a bala y más de
un centenar y medio de heridos.
Aunque emplean a fondo las armas de
guerra y disparan bala y metralla, las tropas
militares y policiales leales a Sánchez de Lozada no
han podido sofocar la creciente rebelión popular de
los barrios pobres de El Alto y las zonas altas de la
ciudad de La Paz.
Por el contrario, la represión
indiscriminada empuja a la rebelión a más y más
trabajadores y desocupados, niños-jóvenes y viejos,
hombres y mujeres de los barrios urbanos más pobres
de Bolivia.
En medio de dos plazas centrales en la
zona Ballivián, los vecinos velan a sus muertos, caídos
en la masacre de El Alto, una ciudad ubicada a cuatro
mil metros de altura y que ha sido convertido en un
verdadero infierno por la incursión de las tropas,
que intentan reabastecer de combustible a la ciudad de
La Paz, cercada por los bloqueos y las protestas
ciudadanas.
Los tanques de guerra penetran en los
barrios y disparan, lo mismo que los helicópteros y
los varios cientos de soldados desplegados en las
calles. Pero los rebeldes son muchos, muchos más de
los ocho mil que pensaba el Presidente, en su encierro
y soledad en el palacio de gobierno.
Las emisoras de radios informan sobre nuevos heridos.
Todos y cada uno de los miembros de la oposición
entrevistados piden al unísono
la cabeza de la marioneta presidencial, al que
acusan de estar ahogando en sangre a Bolivia para
favorecer el proyecto de exportación de gas a Estados
Unidos, por un puerto chileno, negocio que llenará la
bolsa de las transnacionales y dejará muy poco para
el país más pobre del Sur de América.
Miles y miles de trabajadores y campesinos de El Alto marchan
hacia la ciudad de La Paz para lograr la renuncia del
presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Los bolivianos hacen sentir su indignación con
sus consignas, pero también con sus piedras, palos,
tubos y algunos con sus armas de fuego.
Por todas partes la otra multitud clama por la renuncia de Sánchez
de Lozada. Ellos
vienen de las laderas, de los barrios residenciales,
de la zona sur, de todos los costados y rincones de La
Paz, todos piden la cabeza de “Goni”, que está
cada vez más solo y parece ya perdido. La bancada de
la derechista Nueva Fuerza Republicana (NFR), del ex
capitán Manfred Reyes Villa, determinó la salida de
sus ministros del gabinete gubernamental.
En las calles ya se siente que la rebelión de los pobres, la
rebelión de la piedra, ha comenzado a derrumbar el
poder de sus opresores.
Cada vez más sólo y aislado el Presidente, recluido en su casa
residencial, en la zona sur de la Paz, se reúne con
los ministros que aún lo respaldan.
Algunos medios de prensa (en especial los
independientes) comienzan a especular sobre la posible
renuncia de “Goni”, que cada vez parece más
eminente.
A
treinta y seis años de la caída del Che en las
selvas bolivianas una de sus citas históricas:
“Hasta la victoria, siempre”, retumba por toda
Bolivia. El
pueblo boliviano se dirige hacia su encuentro con la
historia, la libertad
y la victoria.
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