Isabela, Puerto Rico                                              Viernes, 31 de octubre de 2003 /  Actualizado:  8:41  a.m.

 

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Por Haydee Colón

 

He aquí la historia real: Una comunidad bicentenaria, negra y rural, recursos naturales prístinos, altas montañas, lluvia diaria, fauna y flora de bosque tropical. Nadie pensó que, en algún momento, alguien lo destruiría.

Uno de esos recursos naturales se convirtió en amiga y aliada. Esta vecina llamada Quebrada Chiclana tenía muchos siglos pero no tenia achaques, ni se quejaba, ninguna agencia le pagaba por sus beneficios. Tampoco cobraba. Siempre nos recibió en su “casa”. Lo extraordinario es que siempre estaba pendiente de nuestra seguridad. Cuando llovía, recogía el exceso y nos alertaba sobre retirarnos emitiendo sonidos estruendosos. Nos permitía entrar en su área, nos entretenía con su música, nos regalaba lo mejor de sí, buena temperatura, agua limpia, aire fresco, pájaros, vida acuática. Siempre convivíamos en paz. Nunca representó un peligro.

Una ganga (AH Development “from Oregon and Miami”, Basora y Rodríguez, Banco Popular y otros) quería el espacio para su enriquecimiento. Pero había que destruirlo y asesinarlo. Ya la formula la habían experimentado en toda la cuenca hidrográfica del río Piedras. Allí se dinamitaron montañas, se puso sobre otros cuerpos de agua que, hoy día,, permanecen sepultados y con casas sobre ellas avaladas por las agencias y vendidas por la banca hipotecaria disfrazadas de “comunidad exclusiva” y centro comercial.

Esa ganga vino acompañada de permisos gubernamentales amañados e iniciaron el 21 de febrero de 2000, la destrucción de la última quebrada que les quedaba en el predio. Llegaron las máquinas al escenario, la desnudaron para nuestra vergüenza colectiva: le removieron su precioso vestido de grandes piedras, maleza verde, árboles grandes y agua continua. Le tumbaron las paredes de tierra que la sostenía. Los vecinos intentamos detenerlos cuando le violaban su espacio. Pero la voracidad se vistió de insensatez por AH Development. Iniciaban otro crimen.

De nada valieron el diálogo, los planteamientos, las denuncias, la prórroga, ni los ruegos de los vecinos el 26 de abril de 2000. La ganga ya no tenia escrúpulos, nunca los tuvo. En poco tiempo, le dinamitaron sus paredes, callaron sus sonidos, asesinaron la vida acuática, le removieron la vegetación, la sepultaron en vida e intentaron neutralizar nuestra indignación por la suerte de la vecina quebrada. El silencio de las agencias fue el mejor aliado de la ganga.

Mas el cuerpo de agua siguió fluyendo, aunque en menor medida. No podíamos concebir el estado en que quedó la aliada de entonces: quien no valoró su belleza, podría hacerle daño a otros cuerpos de agua en Puerto Rico. Recibimos el mensaje de auxilio más estruendoso cuando el 23 de agosto de 2000 amenazó con expirar. Como ella no podía hablar nuestro idioma, hablamos por ella y pedimos su restauración. Amelia Quiñónez, Juan Cruz, sus hijos y muchos otros se unieron en el camino. Recibimos la solidaridad de muchas personas.

La ganga encontró quien le defendiera y avalara su fechoría, mientras el recurso natural, protegido por la Constitución de Puerto Rico, agonizaba. Las agencias se alinearon con los permisos irrevocables, la legislatura descubrió sus mentiras, el tribunal oyó el reclamo, pero se alargó la hora de la justicia. Mientras, nuestra defensa contó con la Lcda. Jessica Rodríguez, el ingeniero Mario Soriano, el apoyo de profesionales serios, empleados públicos comprometidos, solidaridad en nuestra comunidad, las oraciones del pueblo, lágrimas, tensión, esperanza y sobre todo, paciencia. Nunca hubo espacio para claudicar. De nada valieron las amenazas, la cesantía, la vigilancia, la lejanía.

El oficial examinador de la Junta de Calidad Ambiental, Hon. Juez Fernando Olivero Barreto, rindió un informe luego de intensas vistas. Encontró a la AHD y a ACCO Construction responsables de los daños, ordenó remover el relleno y emitió una multa el 31 de mayo del 2001. Pero nadie le hizo caso. Quien debía avalar la orden de restauración, el DRNA no se atrevía. El Hon. Juez, insobornable, ya no está en la JCA. No le renovaron el contrato.

Tres Secretarios de Recursos Naturales la visitaron y aunque la vieron agonizante, las presiones de la ganga pudieron neutralizar el deber constitucional. Luego de un proceso de burla orquestado por la entonces división legal de DRNA, el Lcdo. Luis Enrique Rodríguez Rivera, Honorable Secretario del DRNA, emite orden de restauración fundamentado en el sentido común, la Ley y la Constitución. Que quede claro que este es un paso adicional. Es solo la orden para operar a la paciente Quebrada Chiclana y responsabilizar a la ganga, quien no cumplirá ni un día de cárcel. Falta planificar la operación. Allí estaremos vigilantes y alertas para asegurarnos de su rehabilitación y rescatarla de las garras de la insensatez.

Que nos devuelvan las piedras, la flora y la fauna que tenia antes la quebrada y se la llevaron para Montehiedra. Queremos nuestra quebrada recuperada con su hermoso vestido de piedras. Para devolvérsela a la próxima generación de caimiteños y boricuas. Para no olvidar. Para tener agua para la vida. Para tener música en el alma, bosques para los pájaros que en ella habrán de habitar. Para no cargar con la dignidad pisoteada por la ganga. Para decirle a las próximas generaciones que a Caimito hay que darlo a respetar. Para todos juntos demostrarle a Dios que no rehuimos el indelegable deber de proteger los recursos. Que nos sirva de lección para salvar los que quedan antes de que sea tarde.

 Gracias a todos los que participaron en esta gesta de amor por Chiclana.

  

 

 

 

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