Pierden
credibilidad en EEUU y Europa:
Alertas
"antiterroristas" ¿qué hay detrás?
Por
IAR-Noticias
|

Bush
y Blair dependen del "peligro
terrorista" para justificar sus cruzadas bélicas
y acreditar consenso social y político a sus
desgastadas administraciones.
|
Después
de la confusión provocada por tres días consecutivos de
anulaciones y retrasos, el promocionado vuelo 223 de
British Airways, entre Londres y Washington, cancelado
jueves y viernes, despegó el sábado pasado con tres
horas de retraso.
El
inconveniente estuvo encuadrado en el "alerta
antiterrorista" que se extendió desde Washington a
todas las capitales europeas dos semanas antes de las
fiestas de fin de año.
El
Gobierno británico dio sus propias explicaciones del
"alerta": "fuentes de inteligencia han
advertido de planes terroristas “específicos y creíbles”
para secuestrarlo y estrellarlo contra un objetivo en
Washington", señaló el ministro británico de
Transportes, Alistair Darling.
El
funcionario se vio obligado a efectuar esa aclaración en
medio de la polémica suscitada en Londres, y otras
capitales europeas, por la exigencia estadounidense de que
policías armados vayan a bordo de algunos vuelos transatlánticos.
Presionado
por los serios inconvenientes que las exageradas
medidas de seguridad plantean a los pasajeros la
Administración Blair habló concretamente de una amenaza
terrorista en relación con el vuelo 223 de British
Airways.
La
anulación de vuelos, los estrictos controles a los
pasajeros, tanto a la salida como a su llegada al
aeropuerto de Washington, agregado a la presencia de
agentes armados en algunos aviones, han planteado un gran
debate en Gran Bretaña y en Europa sobre la veracidad de
las amenazas y las medidas de seguridad dispuestas.
Sectores
de la prensa británica se interrogan abiertamente sobre
la credibilidad de los datos de los servicios secretos y
si los mismos justifican las medidas extremas de seguridad
que se han implementado.
Esto
llevó a que el gobierno de Blair pusiera el acento
en la existencia de “datos creíbles y específicos”
sobre un intento de secuestro para provocar un nuevo 11-S.
Antes
del "malestar" producido por las extremas
medidas de seguridad, Londres y Washington -en fina
sintonía como siempre- venían especulando con una
supuesta intercepción electrónica de mensajes de
Al Qaeda "amenazando" con un ataque con misiles
a EEUU y a ciudades europeas.
Tal
"psicosis terrorista" motivó que algunos
aviones hayan sido escoltados por aparatos F-16 al
ingresar a EE.UU.
La
CIA, el MI6 (servicio de inteligencia del Reino Unido), el
Home Office británico y el Departamento de Seguridad
Interior estadounidense coordinaron estrechamente sus
actividades y actuaron en forma sincronizada.
La
información sobre la amenaza “específica y creíble”
a la que se refirió el sábado el ministro británico de
Transportes habría sido obtenida por el espionaje electrónico
conjunto de Estados Unidos y Gran Bretaña, que utilizan
los satélites de comunicaciones para interceptar todo
tipo de mensajes, estudiarlos y determinar cuáles de
ellos son "atribuibles" a Al Qaeda.
No
obstante este despliegue "antiterrorista", casi
calcado de otros operativos que se repitieron sin cesar
desde el 11-S para adelante, hay sectores que comienzan a
"sospechar" de un posible rédito político
a favor de Estados Unidos y Gran Bretaña.
El
gobierno francés ha criticado la "falta de precisión
en las informaciones" que llevaron a suspender seis
vuelos de Air France a Los Angeles y a detener otro en
Gandor (Terranova) durante tres horas.
La
opinión pública "informada", europea y
estadounidense, comienza a referirse a estos "alertas
fallidos" con un dejo entre la ironía, el fastidio y
la incredulidad.
Ante
la no concreción de los atentados, la "psicosis
terrorista" asociada con Bin Laden y Al Qaeda comenzó
a perder fuerza y las sucesivas y espectaculares
operaciones de seguridad comenzaron a caer en el descrédito
y su continuidad en el tiempo las puede hacer caer en el
ridículo.
Desde
la voladura de las Torres Gemelas para acá sucesivos
alertas "rojos" o "naranjas" han
conmocionado a Europa y a Estados Unidos, el "fantasma
terrorista" de Al Qaeda aparece, amenaza y desaparece
sin que nada suceda.
Los
aparatos de inteligencia anglonorteamericanos corroboran
con prontitud la "veracidad" de esas amenazas, y
luego se despliegan impresionantes operativos de seguridad
destinados a prevenir o neutralizar esos posibles ataques.
Hay
precisiones estadísticas: Bin Laden y Al Qaeda sólo
"aparecieron" en videos de dudoso origen desde
el 11S en adelante.
En
cambio, en ese mismo período, EEUU y su socio inglés
concretaron dos invasiones imperialistas: Afganistán e
Irak, e incrementaron suS presupuestos militares y
de seguridad a cifras astronómicas escudados en el "peligro
terrorista".
El
presupuesto de la "guerra contra el terrorismo"
asciende a 120.000 millones de dólares anuales. Una
cifra faraónica que alimenta el déficit
presupuestario estadounidense que rondará los 480.000
millones de dólares en el año 2004, según lo anunciado
por la oficina del Congreso.
El
destino de Bush como el de Blair, su imagen pública y
electoral, dependen hoy como nunca del "peligro
terrorista" que justifique sus cruzadas bélicas y
les acredite consenso social y político a sus desgastadas
administraciones.
Ambos,
en sus respectivos países, luchan contra sus imágenes públicas
en caída vertiginosa.
Atrás
quedaron los bombardeos "exitosos" y la
ocupación de Yugoslavia y Afganistán, ahora el objetivo
del eje imperialista Washington-Londres está centrado en
controlar el polvorín de la ocupación militar de Irak.
Tanto
a W. Bush como a Tony Blair, socios en la empresa
capitalista de invadir países, las encuestas no les
"miden bien" tras la aventura de apoderamiento
de Irak en sólo 22 días.
Para
ambos los sondeos de opinión en sus respectivas naciones
marcan una decadencia pronunciada de su imagen ante la
opinión pública, y solamente una nueva cruzada contra el
"eje del mal" puede otorgarles algún oxígeno a
sus desvencijadas carreras políticas.
La
reciente captura de Saddam Hussein impulsó algunos puntos
arriba a la figura de Bush, pero la creciente escalada de
ataques y de bajas que experimentaron luego las tropas
norteamericanas convenció a la sociedad estadounidense
que "todo sigue igual" con el ex líder iraquí
detrás de las rejas.
La
"gloria" se le esfumó en pocos días a
Bush, y hoy las encuestas le marcan un virtual "empate
técnico" con el candidato de los demócratas a las
elecciones presidenciales que se realizarán dentro de 11
meses.
El
presidente de EEUU, quien se postula para la reelección,
enfrenta una oposición interna feroz por parte de sus
adversarios electorales atrincherados en el Congreso y en
los medios de comunicación.
El
"empantanamiento" de las fuerzas estadounidenses
en Irak, el alto costo económico y en vidas que
genera a los norteamericanos la ocupación militar, son
los principales argumentos de las campañas contra Bush
dentro y fuera de los Estados Unidos.
El
costo de la ocupación militar y la reconstrucción de
Irak demanda US$ 1.000 millones semanales al Estado
norteamericano, según lo declarado hace poco por el
administrador civil norteamericano, Paul Bremer.
Mientras
las corporaciones y los bancos estadounidenses hacen
jugosas ganancias con los contratos de la reconstrucción
de Irak, el Estado norteamericano ya ha invertido más
de US$ 35.000 millones en los costos operativos de la
ocupación, cifra que en sesenta días más superará en
dos veces el costo total que demandó la guerra relámpago
de apoderamiento de ese país.
Francia,
Rusia, y Alemania se niegan a poner sus tropas bajo el
comando político y militar norteamericano hasta que sus
bancos y transnacionales no reciban "garantías"
de mayor participación en el festín de la "reconstrucción
de Irak", cuya tajada principal se llevan EEUU y su
satélite británico.
Bush
se niega a pagar el "precio" de ceder el control
político, militar y económico de la "reconstrucción"
de Irak a la ONU, o sea a sus inestables aliados europeos
que le exigen mayor participación en el botín de guerra.
Tanto
por el lado del frente "interno" como del "externo",
Bush como Blair atraviesan situaciones enmarcadas dentro
de un cuadro de "atrapado y sin salida".
La
dinámica de la resistencia iraquí, con su secuela
ininterrumpida de bajas norteamericanas, torna imposible
un ascenso de Bush en las encuestas electorales de aquí a
noviembre, fecha de los comicios presidenciales.
Blair,
por su parte, está tironeado por dos posiciones. De un
lado la opinión publica inglesa que le exige un despegue
de su sociedad con Bush, y por el otro las grandes
corporaciones armamentistas británicas (su principal sostén
político) asociadas con firmas del complejo militar
norteamericano, que le reclaman continuidad de su alianza
estratégica con Washington.
En
cuanto a Bush, su destino político está atado
inexorablemente al control militar y político del polvorín
iraquí.
Sus
rivales del Capitolio ya le adelantaron que no le concederán
un incremento del presupuesto militar, y su figura
comienza a desgajarse entre las propias filas de los
republicanos "blandos".
En
los días venideros de aquí a noviembre, W. deberá
luchar para torcer el destino de su padre, George Bush,
quien luego de ganar la primera Guerra del Golfo en 1991
fue derrotado en las urnas por el demócrata Bill Clinton.
En
este contexto -según algunos expertos de Washington- hay
que leer la reciente escalada de "alertas terroristas"
en EEUU y en Europa.
Lo
único que puede impulsar a Bush y a Blair al tope de las
encuestas es una revitalización de la "guerra contra
el terrorismo". Esto es, que Al Qaeda deje de
ser una "amenaza" y se convierta en "realidad"
por medio de atentados selectivos contra blancos de
Estados Unidos y Europa.
Las
poblaciones de EEUU y de Europa han comenzado a "descreer"
de las amenazas, y su reflejo condicionado de "psicosis
terrorista" comienza a perder efecto ante los
atentados que no se concretan.
No
sería nada extraño -arriesgan algunos especialistas- que
en los próximos días o meses la CIA haga "aparecer"
nuevamente a Al Qaeda con atentados escalonados por Asia y
Medio Oriente que luego se trasladen a EEUU y Europa.
Bush
y los halcones del Pentágono, así como sus socios del
complejo militar británico, quieren desenterrar la
mística de la guerra contra el "eje del mal".
Y
para conseguir nuevamente consenso político y social a
sus planes de invasión tienen que "mostrar al
terrorismo en acción".
Un
nuevo 11-S, quizá en EEUU, quizá en Europa, es una
salida más que lógica para Bush, Blair, y el complejo
entramado del capitalismo trasnacional que extrae su
tasa de ganancia de las guerras de conquista.
|